Teresa del Bosque

La voz de Teresa del Bosque (Chalatenango, 1963) es la de una escritora que entreteje mundos: la ternura de la infancia con la crudeza del asfalto, el fervor cívico con la rebelión lírica, el eco de la justicia con la intimidad del cuerpo. Docente, abogada y escritora galardonada en diversos certámenes de poesía y literatura infantil, su trayectoria combina el rigor institucional con el pulso poético de quien no teme nombrar la herida.

SELECCIÓN 2024

Coordinación y diseño: Elizabeth Sicilia

3/17/20242 min read

Algo sobre mí.

Teresa del Bosque: (Chalatenango, 1963) Escritora salvadoreña, docente, abogada y notaria. Ha ganado el Concurso de Poesía a la Madre promovido por la Escuela Urbana Mixta Unificada “Profesor Francisco Morán” (1978) con su primer poema Madre, el Primer Certamen de Poesía de Maestros de El Salvador (2002) y el Primer Certamen de Literatura Infantil (2020). Fue nominada como “Escritora del mes de Junio” (2019), por el Ministerio de Educación, San Salvador.

Textos suyos han sido publicados en revistas del MINED y en los periódicos El Diario de Hoy y Co Latino, asimismo, han sido recogidos en antologías dentro y fuera del país, y es coautora del Prólogo de la antología Historias de vida (Argentina 2014).

Entre sus libros se encuentran Poemas de todos los tiempos (1997), Un poema para cada día festivo del calendario escolar (1997), Aprende y colorea con el mundo animal (1998), Poemario Cívico Escolar (2012), Vida y Espíritu (2013), Mi Mundo Infantil (2014), Sátira de hojalata (2022), Las pesadillas de Alicia (2023), Alicia Funeral de sus fantasmas (2023).

La luna me siguió

para cruzar conmigo

los matorrales de asfalto

después del tranvía

Al otro lado

los zopilotes se disputaban

el sudor atormentado

de los despojados

Más adelante

el aire había muerto

en la orgía de gusanos

sobre el asfixiado ladrido

de la noche

Solo el filo de mis pasos

acelerados

acuchillaban las sombras

del ejército de gigantes

dormidos

De repente se escucha

la algarabía del cementerio

en la escupida del cerro

tan rancia como el sueño

de aquellas bestias de carne y fuego

bajo tierra

Llegué

hasta el brazo del ahorcado

y mis pies crecieron como raíces

aferrándose al grito de unos ojos

hediondos a suicidio

enamorado

La nube corrió el telón

Los risos de luna removieron el fantasma

de mis remos

pesados como tumbas de odio

Llegué al petate

muda y hechizada

por el tembloroso desfile

de esa maravilla del soplo

llamada miedo.

Se quebraron los relojes

al fondo de mi orgasmo

Nunca me había excomulgado

tan profundo

en secreto

¿Al estribo?

Fue como bajar al fondo de la tierra

extraer su última palabra

la que no suena

no grita

solo vive y eructa satisfecha

egoísta

celosa de los ecos al cerrarse la puerta

Fue como invocarme polvo que aún arde.


Se abría la jaula.

Se rompían cadenas.

Se liberaba la araña

tejedora de sueños

sobre la máscara

esculpida por el amo y señor.

Era libre la mariposa feliz

cruzando los mares,

rosando arcoíris

de miradas y pétalos

rumbo al vedado nido

de hadas y musas.

Campo abierto era su fiesta interior

resarciendo los daños de los surcos heridos,

sembrando esperanzas

sin rejas de amor.

Caía la noche…

Se abría esa puerta.

Se cerraba la jaula.

Se encadenaba la araña.

Se colocaba la máscara.

Se quebraban los sueños.

Se abrían los surcos

al paso del látigo

del amo y señor.